Este post lo escribió Alejandro Sandoval. Y va mucho a cuento con el que escribí sobre no ser una carga financiera para los que más quieres. Un seguro de vida, además ¡los ayuda!
Primero que nada, lo que hace un seguro de vida por nosotros es cubrir una necesidad de protección ante lo imprevisto, y en cuya ocurrencia se ven afectados nuestros seres más cercanos y nosotros mismos.
¿Ante que nos protege un seguro de vida?
Primero que nada, ante la posibilidad de dejar este mundo de forma prematura, y dejar pendientes y afectaciones en la vida de nuestros seres más cercanos. ¿Has pensado, honestamente, en como sería la vida de ellos si abruptamente se quedan sin ti? Tu pareja, tus hijos, tus padres, tus hermanos.
También nos protege en caso de invalidez, por demás ignorada, pero que después de que una persona pierde la facultad de levantarse todas las mañanas para trabajar, este se convierte en nuestro bien más preciado. Y esto nos hace tomar la misma reflexión… ¿Cómo cambiaría la vida de las personas alrededor nuestro? ¿Quien se haría cargo de uno? ¿Cómo solventar los gastos?
Estas dos situaciones nos pueden llevar a pensar en cuan insuficiente sería, por suficiente que parezca, el ahorro que hasta el día de hoy hemos acumulado; sobre todo para ayudar a que nuestros proyectos y los de nuestra familia se cumplan.
Esto es, en esencia, lo que pretende prever un seguro de vida.
En segundo plano, un seguro de vida nos ayuda a ahorrar a los que no tenemos el hábito, y a consolidar y reforzar el ahorro para quienes si lo tienen. No estamos acostumbrados a recibir nuestro dinero de vuelta a cambio del pago de un servicio, y cuando esto sucede, podemos tener la satisfacción de haber tomado una sabia decisión y de haber hecho una gran inversión.
Así también puede funcionar tu seguro de vida.
¿Entonces, porque no forma parte de nuestro día a día, de nuestra realidad? Nuestra cultura está acostumbrada a vivir sin preocupaciones del mañana, pero tomar la decisión de vivir así no sólo nos afecta como individuos, también nos afecta como parte de una familia, de gente que nos rodea, y que siempre resultan ser las personas que más queremos. Por eso el precio de esta decisión mal tomada puede ser demasiado elevado y costoso. Si lo pensamos bien, nadie debería estar dispuesto a correr este riesgo.
FUENTE: www.blogylana.com