El Reino de los Cielos se parece a un estado, que quiso ajustar las cuentas con sus bancos.
Le presentaron a uno que le debía 100.000.000 €. Como no podía pagar, el gobierno mandó nacionalízalo, y que así le pagase. Entonces aquel banquero, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El gobierno, compadecido de aquel siervo, le soltó y le perdonó la deuda.
Cuando el banquero salió, halló a uno de sus hipotecados, que le debía 100.000 €; y peleando con él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que debes. Entonces su deudor, postrándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso; fue, y le metió en la cárcel. Y viendo sus paisanos lo que pasaba, se entristecieron mucho, fueron al presidente y declararon a su señor todo lo que había pasado. Entonces este llamó al banquero, le dice: Banquero malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me lo pediste: ¿No debías también tú tener misericordia de tu deudor ? Entonces el banquero contestó . –Señor, el dinero que me perdonaste era de todos, es decir, no era de nadie. El que me debe el Reo es mío y solo mio.
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